sábado, 23 de marzo de 2013

LA BAHÍA

Guayaquil, Guayas, Ecuador


Cada uno en los suyo sin importarle el resto, todos quieren vender y el comercio impone un ritmo que no siente ni el calor ni la humedad.
zapatos, calzones, relojes que miden un tiempo irreal, el de nadie, el que pasa todos los días sin cambiar de lugar, vendedores eternos, vidas reducidas a dos metros cuadrados, agua a cincuenta centavos la botella, electrodomésticos, limonada, incienso. 
Todos llegan buscando algo y a la vez nada.

Dejo mi danza como un personaje extraviado al que nunca volverán a ver.


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